Háblame de la emigración

Hija de emigrantes a Venezuela y a Londres, su padre se marchó a América y nunca más tuvieron contacto con él hasta al final de sus días, que su madre lo acogió. Isabel se fue con diecinueve años a Londres, buscando oportunidades de trabajo y estudio. Allí vivió con unas monjas a las que ayudaba en la cocina, en la limpieza…
El primer año fue muy duro, la integración fue difícil y la morriña pesaba, pero sus ansias por mejorar la empujaron a hacer un curso de secretariado y puso todo de su parte para aprender el idioma.
Isabel valora como muy positiva su experiencia en la emigración tanto en lo cultural como en lo económico. Lo que más le llamaba la atención de Londres era que la sociedad era más abierta, menos machista. Los hombres también fregaban y hacían trabajos de todo tipo.
A pesar de las dificultades conoció gente maravillosa, aprendió el idioma, se casó y tuvo un hijo. Tras doce años en el extranjero, en 1975, la familia regresó para que a su hijo no le costara la adaptación aquí.

En el barco
En la habitación de la residencia en la que trabajaba, practicado mecanografía
En Addleston con su madre y una amiga
En el barco, en su regreso a Betanzos en las vacaciones de agosto
Con su familia visitando la casa de Shakespeare
Con el uniforme de trabajo delante de la residencia de enfermeras en el Guy´s Hospital de Londres