Háblame de la emigración

Después de casarse, Sara se fue con su marido a Berna (Suiza) donde el llevaba ya tres años. Se había marchado con unos amigos en búsqueda de un trabajo mejor que el del campo. A su esposo no le hacía ninguna gracia que ella trabajase, pero Sara no se acostumbraba a esa situación y empezó a buscar un modo de vida diferente. Antes de irse no había tenido la oportunidad de ir mucho al colegio y se dedicaba a coser por las casas, se echaba la máquina de coser a la cabeza y le daba a su madre todo lo que ganaba. Cuenta que por aquel entonces ni siquiera sabía cocinar, por lo que la llegada a Berna le abrió muchas puertas. Su vida laboral en el país helvético fue muy intensa y pasó por diferentes empresas: una fábrica de relojes, una de papel y una textil en la que manufacturaba buzos.

De aquella época conserva lo que para ella fueron dos grandes logros significativos, aprendió a cocinar y consiguió aprender el idioma, lo que era un verdadero reto que superó, en parte, gracias a la ayuda de la hija pequeña de la patrona para la que trabajaba.

Tras quedarse embarazada, ella y su marido tuvieron que compaginar los horarios para poder atender a la niña que vino. Con el nacimiento decidieron comprar un coche grande para poder ir de vacaciones al pueblo. Era un viaje largo que duraba dos días y medio.

Cuando la hija tenía tres años y medio contrajo una enfermedad y el clima de Berna no le sentaba bien. Tuvieron que tomar la difícil decisión de mandarla a Galicia mientras ellos quedaban a trabajar en Suiza. Aguantaron cerca de seis meses, pero no eran capaces de estar sin su pequeña, lo dejaron todo, vendieron el coche y cogieron el camino de vuelta a Pontedeume.

En el tiempo en la emigración hicieron grandes amistades, había mucha gente española y se juntaban los domingos para tomar algo. Aunque los inicios en el extranjero fueron muy duros se integraron rápidamente y guardan un buen recuerdo. Aquella experiencia le dió nuevas oportunidades y si pudiese volver atrás en el tiempo no dudaría en volver a irse.

Hace poco tiempo, Sara regresó a Berna, en esta ocasión por el puro placer de viajar, nada más llegar se sentía nuevamente como en casa, como si nunca se hubiera marchado de aquella ciudad.