Háblame de la emigración

Carmen y su marido residían en Vigo y a comienzos de los años 70 decidieron emigrar a Suiza. Sus salarios en España eran muy ajustados y no veían la posibilidad de poder comprar una vivienda y a la vez dar una buena educación a sus hijos, así que decidieron coger las maletas. Sus hijos por aquel entonces ya eran mayorcitos y se quedaron en Galicia con los abuelos.

Fue en el año 73 que se trasladaron a Berna con el propósito de aprender francés, lo que desde un primer momento consideraron imprescindible tanto para integrarse allí como para tener la posibilidad de acceder a un mejor puesto de trabajo. Carmen se desenvolvió bien con los idiomas, tanto el francés como el italiano le entraron a la primera. Además de por el hecho de estar allí y tener que espabilarse, cuenta que le ayudó su gusto por el cine, al que iban a menudo.

Escogieron Berna porque un familiar animó a su marido a irse allí para trabajar en un hotel donde estuvieron tres meses, pero pronto pudieron conseguir un puesto de trabajo mejor. A través del banco contactaron con una embajada a donde les destinaron como maitre de hotel, y a ella como gobernanta.

A nivel social se encontraron cómodos al poco de llegar porque había numerosos españoles. Enseguida se hicieron amigos de algunos de ellos, sobre todo de gente gallega, y también de personas de allí y de otras nacionalidades. Se integraron rápidamente en la vida social y cultural de Berna, y es que disfrutaban yendo al cine –preferentemente cine antiguo, francés e italiano, que veían en versión original–, a conciertos y al teatro, además de pasear por sus calles. Supieron adaptarse y sacarle partido a su estancia allí, donde ya habían cumplido 10 años de casados.

El nivel de vida en Suiza era muy elevado, pero también los salarios eran superiores a los de España. El de cada uno de ellos superaba con creces lo que juntos lograban aquí. Así que les fue bien, llevaban una vida holgada y pudieron hacerse con cosas antes impensables, como un Austin, su primer coche.

La ciudad era preciosa, limpia y cuidada, con una organización impecable. Todo funcionaba muy bien: la educación, la sanidad, la política. La gente era muy honesta y educada. Notaron un cambio significativo en este aspecto al volver a España en el año 2006, después de más de 30 años en Suiza. Se dieron cuenta de que allí todo estaba muy controlado, los trámites burocráticos eran rápidos y sencillos, lo contrario que aquí. La compra de vehículos, las citas médicas, no existían listas de espera. No había sanidad pública, pero para el personal de las embajadas los seguros privados eran muy buenos. Si alguien faltaba a una cita médica concertada, sin un preaviso de al menos 48 horas, debía abonar el importe íntegro de la consulta. Los comercios dejaban los productos en la calle, prensa diaria, alimentos del campo y lo habitual era que en los puestos hubiese una cesta donde todo el mundo dejaba el importe correcto, sin necesidad de que nadie comprobase que era exacto, porque confiaban unos en otros. Al llegar se percataron de que las actitudes y costumbres frecuentes allá, aquí eran muy inusuales.

A nivel de integración familiar reconoce que tuvieron mucha suerte y que la propia embajada les animó desde los primeros años de su traslado a llevar a sus hijos a Suiza para pasar juntos los meses de vacaciones. Al principio solo los estivales, pero con el tiempo también en Navidad, con lo que los niños aprendieron perfectamente el francés y actividades como esquiar. Desde muy pronto empezaron a ir a Suiza con frecuencia, lo que favoreció que su hija, ya adulta, haya decidido también trasladarse al país alpino, donde reside en la actualidad.

Carmen, a día de hoy, tiene muy claro que para que vayan bien las cosas lo imprescindible es saber integrarse, por supuesto, desenvolverse en el idioma del país, y ser sencillo y honesto con la gente. A ellos les fue muy bien, y con frecuencia añoran aquellos tiempos, aunque gracias al esfuerzo que pasaron, su vida actual en Galicia es muy buena. Poseen casa en Vigo y en la playa, donde residen los meses de verano.

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En Wengel