Háblame de la emigración

Yo soy Lucía Rodríguez Abellano y curso tercero de secundaria en el colegio P.P Escolapios en Monforte de Lemos, una villa que se encuentra en la provincia de Lugo. Los protagonistas de esta historia, son mis abuelos: José Luis Abellano Arias y Edita Sánchez Rodríguez. Mi abuelo nació en Pantón el 11-11-1941, y mi abuela en Saviñao, el 29-01-1946. Emigraron a Suíza, a Zürich concretamente, en el año 1967, con unos meses de diferencia: él en junio y ella en septiembre; y ambos retornaron el 30 de junio de 1973.
La causa de su emigración fue para aventurarse a encontrar algo mejor, Edita concreta que por el futuro de sus hijos, también por necesidad, para sacarlos adelante. José Luis tenía 26 años, y Edita tan sólo 21. Él ejerció principalmente como limpiador de un restaurante, aunque también trabajó por breves temporadas como camarero en una pizzería, o como carpintero. Ella trabajó como “camarera de hotel”, un término que es utilizado para denominar a aquellas personas que se encargan de la limpieza de las habitaciones de un hotel. Y al igual que Luis, se encargó también de otras labores pasajeras, como limpiar oficinas.
Sus oficios a pesar de todo lo bueno que obtuvieron de ellos, fueron duros. Su vida cotidiana allí, ambos la definen como “muy buena” simplemente; dicen haber estado allí a gusto en todos los sentidos: con el resto de los emigrantes, con sus jefes y con los suízos. De estos últimos salientan su forma cortés, lo bien que los trataban, y recuerdan con alegría y nostalgia como las gentes de aquel lugar se esforzaban por entenderse con ellos si necesitaban algo, a pesar de no hablar la misma lengua y proceder de diferentes lugares. Afirman haberse integrado perfectamente ya que eran bien acogidos, y no haber tenido problemas con nadie ni  tampoco ninguno con ellos.
La relación con la familia, a pesar de la distancia, dicen que era buena, pero también dura y mísera al mismo tiempo; “15 días carta de Suíza a España, otros 15 de España a Suíza, durante un mes sin saber nada de tu familia”. Luis reflexiona y comenta: “no había ni teléfonos ni nada de eso”. Si nosotros a día de hoy pensamos en esto, comprobamos que tiene razón: la comunicación sería mucho más difícil.
El motivo de su retorno fue precisamente la familia, sus dos hijos; la duda estaba entre volver a su país, o llevar a los niños con ellos. Finalmente se decantaron por la primera idea, por el hecho de no separarlos de los abuelos, que los cuidaran de pequeños. Debo aclarar y mencionar algo sobre esto último. Uno de los dos hijos de este matrimonio, el más pequeño, estaba enfermo, ya de nacimiento; cuando ellos emigraron, necesitaban dinero para operarlo. Al volver, el niño fue operado con 5 años, pero a los pocos días de su operación falleció desgraciadamente, un trance muy duro para Luis, Edita y el resto de la familia. Se arrepienten de no haber pasado más tiempo con sus hijos en su infancia.
Se sienten bien a pesar de todo lo difícil que fue dejar todo atrás en aquellos tiempos. Y realmente no se arrepienten de haber sido emigrantes. Gracias a esto, explican, tienen una buena casa donde acoger a toda la familia, y muchas otras cosas, ya no sólo materiales, sino que también cuentan con las experiencias y vivencias pasadas. Aseguran que si fuesen jóvenes volverían a emigrar de nuevo.

Carta que recibieron de su familia
Documento del hotel en el que Edita trabajaba
Documento del restaurante en el que José Luis trabajaba
Ficha de vacunas de Edita
Permiso internacional de conducir de José Luis