Háblame de la emigración

Augusto nació en el año 1944 en Tomaguelos (Ourense) y, actualmente tiene 74 años. Estudió en Salesianos y también hizo el bachiller. Cuando acabó los estudios entró en la mili, con el uniforme de Guardia Civil de su padre. Un primo suyo vino a hacerles una visita y les contó sólo maravillas de aquel desconocido país para él, Venezuela.

Al ver que se trabajaba poco y se ganaba más de lo esperado, decidió trasladarse allí, lo llevaría su primo que se iba ya de vuelta. Así que, con la mili por acabar, y jovencito, se despidió de sus familiares y amigos y puso rumbo a las Américas. Al principio su familia no aceptaba que se fuera, ni siquiera se lo creían, y al ver que sólo le esperaban buenos momentos, lo dejó ir.

Por supuesto, el esfuerzo que le costó a Augusto separarse de su familia, de su tierra, su casa, es innombrable. Después de un tiempo, logró superarlo. Se enamoró perdidamente de Venezuela, ese país que lo acogió con los brazos abiertos, de su clima, y, sobre todo, de su gente. Tuvo que volver poco después de llevar 5 años viviendo allí, pues su padre enfermó. Volvió en cuanto pudo.  

En el timpo que residió allí se enamoró de una italiana residente allí. Se casaron y tuvieron dos hijas. El matrimonio no fue bien y se separaron. Ahora sus hijas viven en Madrid. También abrió un negocio de telas que le fue muy bien, pues al ser su mujer de Italia, les traían las mejores sedas de Europa. Ganó mucho dinero. Tuvo que cerrar y vender todo, por la reciente situación del país, y dice que piensa pasar sus últimos años de vida en su tierra natal. Según su opinión, Venezuela cambió mucho. No sólo en la economía, sino en la gente, tan amable antes y ahora, a veces, desconfiada. Como me dijo él "no es lo que era".