Háblame de la emigración

Yo voy a contar la historia de mi familia, que fueron emigrantes primero en América y después en Europa.
La historia me la contaron mis bisabuelos y yo me limité a escribirla.
Allá por el año 1930 en Galicia rural era muy difícil la supervivencia, a pesar de que muchas familias poseían casa, tierras de labradía y ganado, esto sólo era para el autoconsumo y carecían de dinero para comprar manufacturas, para ir al médico o para comprar las medicinas...
Por eso, muchas familias tuveron que emigrar, entre ellas, mi bisabuelo y mi abuelo, fueron dos ejemplos en distintos momentos, de lo que fue la emigración en Galicia.
Mi bisabuelo emigró a Buenos Aires en 1933, partió desde el puerto de Vigo en un buque que llevaba cientos de emigrantes para las Américas y tardaba, por lo que me contaron, 15 días en llegar a su destino final.
Podéis imaginar lo que sentiría mi bisabuelo al ser la primera vez que veía el mar y pasar 15 días cerrado en el barco pensando como estaría su familia y qué le esperaba a él en un país tan lejano y desconocido? 

Mi bisabuelo dejó a su mujer a cargo de tres niños y de las tareas de la casa, del campo y del ganado. Los niños eran -María, de 13 años, Josefa de 10 y José, mi abuelo, de 6 años.
Allí, mi bisabuelo trabajó en una pastelería y así, cuando volvió, toda la familia aprendió a hacer bizcochos, magdalenas y brazos de gitano en el horno de piedra.
Aún hoy nos gusta mucho hacer dulces.
MI bisabuelo regresó en el año 1939, después de la guerra civil en España, estuvo allí 6 años, y tuvo mucha suerte porque pensaba volver en un buque llamado “Cabo San Antonio” pero la bisabuela le dijo que esperase un poco más porque aún no acabara de todo la guerra, y él le hizo caso.

Después se supo que el buque se hundió en las Islas Canarias.

Pero después de la guerra la situación del rural no mejoró nada y en el año 1969 fue mi abuelo, José Pájaro Curros quien decidió, en este caso ir a Suiza, a los Alpes, allí trabajó en un hotel pero no le gustaba mucho la nieve ni la montaña, por lo que al cabo de seis meses regresó a Galicia.

Al año siguiente volvió a emigrar, esta vez a Alemania para trabajar durante seis años en la construcción. En este tiempo mi abuela Dolores quedó también sola con tres hijos pequeños- Pepe de 13 años, Luis de 11 y Teresa (mi madre) de 6, y también tuvo que cuidar de la casa y del ganado.

En aquella época no había autobús para ir a la feria o para ir a la escuela, el único medio era caminar 10 kilómetros, así que mis abuelos decidiron internar a sus hijos en un colegio y así mi abuela quedó sola cuidando de la casa, la huerta y los animales (nuevamente como mi bisabuela).

También mi madre cuenta entre sus recuerdos de infancia que mi bisabuelo la llevaba con él subida en una besta a visitar a sus vecinos.
Dudo que ninguno de nosotros podría con tantos trabajos y angustias.
Menos mal que el abuelo regresó en el año 1975 y todos empezaron una nueva vida. Cuando le pregunté al abuelo que hiciera con el dinero que ganara me dijo que compró un tractor para no tener que trabajar tanto y dejó una parte para los estudios de sus hijos.
Durante este tiempo los abuelos se enviaban cartas contando sus penas, que no fueron pocas.
A pesar de todo, el abuelo guarda buenos recuerdos de su trabajo en Alemania, y habla mucho de lo bien que se hacían las cosas allí.
Fruto de este trabajo, aún cobra una pequeña pensión por los años de la emigración.

Como veis, son historias de dos separaciones en una misma familia en épocas diferentes pero, en el fondo, por la misma razón: buscar una vida mejor para la familia.

Hoy la emigración, aunque sigue a ser difícil para las familias, también es un poco más llevadera al poder coger un avión en el que en dos horas estás en Alemania, o poder comunicarte con la familia y amigos directamente por Skype, Wasap o por teléfono.

Por suerte, mis padres no tuvieron que emigrar y yo espero no tener que hacerlo.