Háblame de la emigración

Michelle es escocesa y madre de tres hijas, yo una de ellas, que emigró cuando era jovencita. Vino a España después de licenciarse y se enamoró de este país y quiso quedarse aquí.

Qué motivo te impulsó a salir de tu país, dejando tantas cosas atrás?

Hice Filología Francesa, Española y Portuguesa en la Universidad de Glasgow porque me encantaban los idiomas y viaxjr. Pasé un año en Francia trabajando como profesora de inglés, como parte de mi licenciatura, y otros cuatro meses en las Islas Canarias con una bolsa de Erasmus. Mi idea después de terminar mis estudios era venir a España para perfeccionar mi nivel de castellano, ya que visité este maravilloso país durante unas pocas semanas mientras trabajaba en Francia. En ese momento fue una sorpresa tremenda descubrir las obras de Dalí en Figueres, las de Gaudí en Barcelona, ver la belleza de San Sebastián y apreciar las calles de Pamplona. Quise saber más de los secretos que España me pudo revelar y así lo hice. Para mí no era tanto dejar cosas atrás, sino achazar mi camino hacia delante.

Cuáles fueron tus primeras impresiones al llegar aquí?

El primer sitio donde encontré trabajo fue en Palencia, Castilla y León, que se diferenciaba en muchas cosas de Glasgow. Era un sitio pequeño y me llamó la atención la amabilidad de la gente hacia mí desde el primer momento. Tenía veintidos años y salía con estudiantes de mi edad y me sorprendión la costumbre de tomar los pinchos en los bares. En ese momento, 1993, era más aceptado que en los bares el suelo estuviese lleno de servilletas, cigarros etc. Me chocó este aspecto “sucio” hasta que me dijeron que eso era señal de un buen bar, ya que los papeles indicaban cuantas personas estuvieran en él. También me pareció muy extraño ver patas de cerdo colgadas del techo. Otra cosa que me impactó fue el número, no sólo de bares que había en cada calle, sino también de iglesias y bancos. Demostraba para mí la importancia que deben de tener esas cosas en la cultura española.

Fue difícil para tí acostumbrarte a las costumbres que tenía y tiene España?

No voi a mentir, algunas cosas me costaron, como por ejemplo los horarios de las comidas y comer mucho al mediodía y cenar poco. Siempre tenía hambre y engordé diez kilos. Además, descubrí los dulces típicos de las pastelerías y esa fue mi perdición. Sin embargo, tardé en cogerle el gusto a las legumbres, que ahora me encantan. Me sorprendió que las tiendas cerraran al mediodía y que la gente echara la siesta después de comer, que para mí era perder la tarde. En Gran Bretaña era típico invitar a tus amigos a casa a tomar el té, en cambio, en España la gente siempre quedaba en cafés, lo que al principio me resultó impersonal, pero acabé acostumbrándome.

Qué sintió tu familia al verte marchar?

Seguramente mis padres se preocuparon un poco, sobre todo porque mi primer destino era Madrid y no sabía donde iba a dormir la primera noche al llegar allí. Eran otros tiempos porque no existían móbiles ni Internet, pero como ya estuviera una año fuera en Francia confiaron en que sabría estar bien sola y sabían que estaba cumpliendo mi sueño. Al haber viajado desde los dieciseis años al extranjero sin mis padres, ya me sentí preparada. Sin embargo, los padres de mis amigos españoles se preocupaban por mí al verme tan joven y fuera de mi país.

A fin de cuentas, aunque a Michelle le costara al principio adaptarse, estaba cumpliendo un sueño que tenía dende pequeña. Aprendió mucho y, hoy en día sigue aprendiendo cosas nuevas de nuestra cultura. Nunca miró hacia atrás, sino siempre hacia delante.