Háblame de la emigración

En 1956, con 31 años, José emigró para Brasil para mejorar la vida que tenía en aquel entonces. Deseaba casarse, y aunque tenía trabajo como agente de seguros en Lugo, su sueldo no era suficiente para poder alquilar un piso y mantener al matrimonio. Así que, una noche que no conseguía conciliar el sueño, meditó a fondo pros y contras, y unos días después tomó la decisión de cruzar el Atlántico rumbo al próspero y boyante Brasil, casándose antes con su mujer en Escairón.
José se marchó para Brasil él solo hasta que alcanzó el nivel de vida que le permitió, dos años más tarde, llamar a su mujer para que se reuniese con él. El matrimonio mantenía el contacto con su familia, padres y hermanos, mediante postales y, en caso de urgencia, por teléfono.
Su estancia en el país fue feliz y satisfactoria en todos los aspectos, y su nivel de vida mejoró considerablemente. En el ámbito laboral, José comenzó trabajando como dependiente en unos grandes almacenes, pero gracias a su perseverancia, constancia y tesón, fue poco a poco ascendiendo hasta alcanzar el cargo de más responsabilidad en la empresa, gerente jefe. Para ello no dudó en trabajar hasta doce horas diarias.
La integración de José en Brasil fue total, ya que trabajaba con muchos brasileños (por ley, la empresa estaba obligada a tener el 66 % de trabajadores nativos) y fue siempre muy respetado por sus compañeros. La relación con otros emigrantes era también diaria en el trabajo, e incluso cuando llegó al país vivían juntos en unos alojamientos que tenía la empresa para las personas extranjeras.
El matrimonio vivió en Brasil durante ocho años, y allí tuvieron un niño que murió al poco de nacer por problemas médicos. Al nacer su segunda hija, Esther tuvo miedo de que le sucediese algo parecido y que los médicos no lo resolviesen bien, así que quiso regresar a España. En ese viaje de vuelta, José acompañó a su mujer e hija con la intención de regresar de nuevo a Brasil, ya que allí vivía muy bien. Pero una vez de vuelta en casa fue incapaz de dejar sola a su mujer con la niña. La empresa le guardó su puesto de gerente jefe durante un año, e incluso le siguieron pagando el seguro, pero al transcurrir ese tiempo le pidieron que tomase una decisión, y decidió quedarse en Galicia.
José guarda un recuerdo estupendo de sus diez años de vida en Brasil y habla con enorme cariño de aquel país, pero se siente muy gallego.

Con su mujer